jueves, 10 de febrero de 2011

AMNIOCENTESIS


La amniocentesis se practicó por primera vez en 1882, para eliminar el exceso de líquido amniótico en casos de polihidramnios. Desde hace mucho tiempo se utiliza en la etapa final del embarazo para detectar la presencia de anemia en bebés con incompatibilidad Rh y para determinar si los pulmones del feto han madurado lo suficiente para el parto.

En la actualidad, la amniocentesis se realiza con entre las semanas 14 y 16 después del último período menstrual de la mujer, para el diagnóstico de ciertos defectos congénitos. La amniocentesis es la prueba prenatal más comúnmente utilizada para diagnosticar los defectos congénitos cromosómicos y genéticos. Existe otra prueba prenatal, conocida como biopsia de vellosidades coriónicas, que permite hacer el mismo diagnóstico, pero entre las semanas 10 y 12 del embarazo. Lamentablemente se acompaña de una alta incidencia de aborto y se ha asociado con defectos congénitos en los dedos de la mano y del pie, por lo que cada vez se hace menos.

Otra alternativa diagnóstica para mujeres con menos de 35 años para el momento en que vaya a ocurrir el nacimiento, se llama “Cálculo del riesgo estadístico de síndrome de Down”, pero toda mujer embarazada, que reúna las siguientes condiciones, se debe someter a una amniocentesis.

  • Edad materna de 35 años o más, para el momento del nacimiento.
  • Historia de niño o embarazo anterior con diagnóstico de malformaciones.
  • Historia de 2 ó más abortos.
  • Historia familiar de malformaciones, en cualquier miembro de la pareja.

La amniocentesis es un procedimiento médico simple, usado para obtener una pequeña muestra del líquido amniótico que rodea al feto. Se hace sin anestesia y siguiendo normas de asepsia y antisepsia para evitar la infección.

A pesar de que muchas parejas tienen miedo a realizarse el procedimiento por la posibilidad de que pueda afectar la evolución del embarazo, el riesgo de que una mujer con los antecedentes anteriores o edad igual o superior a 35 años de tener un bebé con malformaciones es superior al riesgo de la amniocentesis. La posibilidad de que se afecte la evolución del embarazo se ha estimado en 1 cada 200 a 400 procedimientos. La efectividad diagnóstica es superior al 99% y la posibilidad de tener un diagnóstico de que el bebé va a ser normal es superior al 95%.

La amniocentesis se hace con la finalidad de lograr un diagnóstico y de que la pareja decida si continúa o no con el embarazo. Por esta razón, si la pareja tiene razones morales o religiosas en contra de un aborto, no se justifican mucho las técnicas de diagnóstico de malformaciones.

Entre las semanas 14 y 16 de gestación la paciente asiste a la consulta para el procedimiento. Se le debe informar de la técnica, limitaciones y riesgos. Es recomendable que la pareja firme una autorización donde acepta y entiende todo lo expuesto en la sección anterior.

TÉCNICA

La técnica de la amniocentesis es la siguiente:

Se practica un ultrasonido de control con el fin de precisar la posición del feto, cantidad de líquido amniótico y posición de la placenta. Luego se limpia el abdomen con solución de Povidine y se colocan campos estériles.

Se coloca un guante estéril encima del transductor de ultrasonido, con el fin de precisar el sitio donde se va a insertar la aguja. Luego se inserta una aguja descartable especial 22G x 3½”. El procedimiento se tolera muy bien, por lo que no es necesario la anestesia local. La inserción se hace controlada con ultrasonido, para evitar lesión al feto. La punta de la aguja es ecorefringente, de tal manera que se ve con facilidad como un punto blanco en medio del saco amniótico.

Luego de confirmar que la aguja está en el saco amniótico, se procede a la aspiración del líquido amniótico con una inyectadora. Los primeros 2 cc se descartan para evitar que el líquido se contamine con células maternas, que pueden haber entrado durante la penetración de la aguja. Luego se procede a la extracción de 1 cc de líquido amniótico por semana de embarazo.

Una vez que termina el procedimiento se retira la aguja y se hace un ultrasonido con el fin de constatar bienestar fetal. El líquido extraído se envía para estudio cromosómico. Los resultados del estudio se entregan a las tres semanas y con el se confirma el sexo, la normalidad cromosómica y la ausencia de defectos mayores del tubo neural.

Un estudio adicional de ecografía tridimensional, que se realiza cerca de la semana 28 de gestación, permite hacer un estudio de normalidad estructural del feto. Con este estudio y la amniocentesis se puede tener una seguridad cercana al 100% de que el bebé que va a nacer será normal.